Ayer fue el cierre al VII
Festival Latinoamericano de Poesía en el Centro en la Casa Nacional del Bicentenario, llevado a cabo desde el 23
de junio en el Centro Cultural de la Cooperación.
Decenas de poetas de todo el país
y del mundo (los países invitados fueron Cuba, Estados Unidos, México, Perú,
Chile, Colombia y Suecia) hicieron escuchar su voz en una lectura donde se presenciaron desde poemas recitados de memoria hasta insistentes halagos a los
organizadores por sostener el evento durante tanto tiempo.
Posteriormente -y como ya es
costumbre-, se cerró el acontecimiento con una entrevista de Vicente Muleiro a
los escritores Lasse Söderberg (Suecia) y Eduardo Langagne (México).
Durante casi una hora pudimos
indagar en lo que piensan, sienten y vivieron estos dos vates durante su vida.
Söderberg, traductor de más de 70
títulos, contó que durante su infancia fue pupilo en un colegio en Francia,
donde descubrió la poesía… en especial a Rimbaud. “Desde mi familia tenía
contacto con la literatura. Mi padre era un periodista con aspiraciones de ser
escritor. Mi madre era traductora, estaba siempre rodeada de escritores”,
recordó. Con el tiempo, según sus propias palabras, se convirtió en surrealista,
movimiento que es “literario, y ético y hasta social”. Idealista, “quería
cambiar el mundo”.
Por su parte, Langagne nos hizo
ver el Martín Fierro en la mesa de luz de su papá, así como dos chicos peleándose
a la salida del colegio por una edición de El Quijote. Ya mocete, el mexicano
se propuso leer a los latinoamericanos, algo que en esa época no estaba de
moda.
“¿Qué es poetizable?”, irrumpió Muleiro para
aceitar la pista. “Escribir poesía consiste en esperar. Viajás, descubrís
lugares, personas, libros, cualquier cosa puede inspirar. El poema te busca y
luego lo escribes”, respondió el sueco, dejándonos a todos sin respiración. El
mexicano acotó: “la poesía está en todos lados”. Los acontecimientos “te llevan a escribir
sobre cosas que no te gustan”, aunque agregó que es optimista.
-Qué te ha dado la poesía-,
continuó Muleiro, acercándose a Söderberg.
-Puedo decir lo que no me ha
dado. No me ha dado dinero.
¿Y por qué se relaciona con el mundo latino? “Cuando era joven, sin grandes recursos y sin hablar español viajé a España. Tartamudeando con la gente aprendí el idioma. Y busqué poetas. Era el principio de los `50. En Suecia había pocos traductores del español. En España era muy importante el punto de vista político, estaba Franco. Era un país sofocado por la dictadura. En cambio, Suecia era un país de esperanza, a pesar de estar en la posguerra”. La poesía francesa cada vez le parecía más “abstracta e intelectual”. “En la poesía española encontré sensualismo”, dispara. Para Söderberg las imágenes son muy importantes. “Mi país es antimetáfora”, añadió y los presentes asintieron. “Soy casi un poeta visual”. Después llegó América Latina. “La descubrí tempranamente”. Confesó que fue muy influenciado por Octavio Paz, “aunque no esté de acuerdo con la política, siempre voy a agradecerle por su aproximación a la poesía latinoamericana”, reconoció.